«Lo más difícil es salir de un modelo donde hay una serie de inversiones y puestos creados, hacia otro modelo energético mucho más plural, diverso, positivo»
«Es el momento del desarrollo sostenible» palabras de Teresa Rivera, ministra de Energía y Medio Ambiente.
Para cualquier ciudadano empieza a ser común escuchar hablar de descarbonización de la economía. Principalmente necesitamos energía para los edificios y para el transporte, dejando a un lado otros usos como el industrial. Vamos a centrarnos en analizar qué esta pasando en estos dos sectores con la transición energética que ya estamos viviendo.
Para entender el concepto de descarbonización tenemos que entender que la energía que necesitamos la conseguimos de combustibles fósiles (carbón y gas en ciclos combinados), centrales nucleares o de renovables. Según el reciente informe de Red Eléctrica Española (REE) la demanda de energía eléctrica en el año 2017 se abasteció de la siguiente forma:
El nuevo Gobierno con la Ministra Teresa Ribero a la cabeza ya ha manifestado su intención de acabar en menos de 10 años (2028) con las centrales de carbón y nucleares. Rápidamente nos damos cuenta que estaremos necesitando un 38,1% de los 252 TWh de demanda anual actuales. Ya podemos hacernos una idea del potencial que tienen las renovables en esta transición.
Por otro lado tenemos el tema de emisiones de CO2. Todos sabemos que las nucleares no tienen emisiones y que contribuyen a disminuir el cómputo global. Este año hemos aumentado nuestras emisiones en un 5% y se prevé que siga haciéndose en los próximos años. Por ello es muy importante que todo se haga muy bien estudiado ya que también se espera que la tonelada de CO2 pase en unos años de costar 30€ a 100€. Si, has escuchado bien, pagamos por las emisiones. Incluso pagamos por los residuos nucleares, en este caso 75.000€/año a Francia.
Según la Organización Internacional del Trabajo, durante todo este proceso se crearán cuatro puestos de empleo por cada uno que se destruya. Los sectores con más oportunidades: renovables en edificios, movilidad sostenible con electricidad y gas, gestión energética activa e inteligente de la smartcity. Entre ellas hay sinergias como el intercambio de energía entre coches, equipamiento urbano y edificios, todo ello encaminado a construir ciudades del futuro en la que el ciudadano es dueño de su energía, la produce y la consume.